Entrevista a Fabián Harari sobre la naturaleza de La Campora. En Infobae (19/03/16)

La Campora«La Cámpora nació y murió en el despacho presidencial»

Por Claudio Peiró

¿Sobrevivirá la agrupación juvenil kirchnerista fuera del aparato estatal?, fue la pregunta que Infobae formuló a varios especialistas. No todas las respuestas fueron tan categóricas…

Una investigación del Laboratorio de Análisis Político del Centro de Estudio e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS) sostiene que, por ser una creación superestructural, «sin ninguna base social que la sustente», La Cámpora está condenada a la disolución, luego del recambio presidencial.

Fabián Harari, doctor en Historia y responsable de la investigación del Ceics, sostiene que se han construido dos mitos sobre esta agrupación: «Primero, el de la propia Cámpora: que ellos son herederos de organizaciones de la Resistencia Peronista y de los 70, básicamente, de Montoneros. La otra es la de sus críticos, que la han transformado en una especie de soviet o grupo comunista o de izquierda. También desde allí se la asocia a Montoneros».

«Ambos mitos son falsos –dijo Harari a Infobae-, en primer lugar el peronismo no es igual a la izquierda y, contrariamente a ambos mitos, no son una organización de masas, no se ha construido de abajo para arriba; todos sus dirigentes son gente que ha accedido a niveles de conducción desde sus puestos en el Estado y esa es una diferencia fundamental con todas las organizaciones peronistas hasta los ochenta».

Aunque existe coincidencia en el origen superestructural de La Cámpora, no todos los consultados consideran que de ello se desprenda un destino de extinción. «No es posible generalizar la actuación futura de los movimientos que se consideran generados ‘desde arriba’ -respondió a Infobae el sociólogo y analista político Carlos de Angelis-. Muchos autores colocan dentro de esta clasificación al propio peronismo y a buena parte de las estructuras sindicales que se crearon entre 1945 y 1955, y que tuvieron un rol determinante hasta nuestros días».

Según De Angelis, además, «existen otros espacios de generación de dirigentes políticos por así decirlo desde la ‘sociedad civil’, como fueron en el siglo pasado la Iglesia Católica, las cámaras empresariales y la universidad en general». «Hoy los espacios predominantes de generación de cuadros estatales se han mudado a las ONGs –los Think tanks– y universidades privadas, sin embargo, el desempeño de estos grupos estuvo y está fuertemente articulado y/o financiado por el Estado, situaciones que relativizan la pureza de la generación ‘desde arriba’ o ‘desde abajo», agrega.

Para Fabián Harari, que considera por el contrario que ya está ampliamente probado que el peronismo no surgió «desde arriba», aunque La Cámpora se haya extendido hacia abajo, ese «abajo» es relativo. Sus militantes, dice, «no son gente con trabajo de masas, como sucedía con la cúpula de Montoneros, cuyos miembros dirigían por ejemplo buena parte de las comisiones internas de las fábricas del Gran Buenos Aires, y por eso el 1º de mayo de 1974 tenían la columna más grande».

 

«¿QUÉ PUEDEN JUNTAR SIN PLATA Y SIN COACCIÓN?»

 

«En cambio, sigue diciendo el investigador del Ceics, los dirigentes de la Cámpora son gente ‘nombrada’: Wado de Pedro, Andrés Larroque, Anabel Sagasti, José Ottavis, Máximo Kirchner, Diego Bossio, no surgen de un movimiento propio, estudiantil, obrero, piquetero, de desocupados, barriales, no, van directamente al Estado. No tienen peso en los sindicatos, no tienen ningún dirigente barrial. Su gran apuesta es a los jóvenes, pero ¿cuántos centros de estudiantes ganaron? Sobre 52 universidades nacionales, solamente ganaron en nueve -y eso que han puesto mucha plata-, ocho de las cuales son universidades creadas por el kirchnerismo con un alumnado muy reducido».

Pese al surgimiento superestructural, ¿no pareció en un momento dado tener La Cámpora cierto poder de convocatoria? ¿No cabe esperar una movilización importante, por ejemplo, cuando Cristina Kirchner tenga que ir a declarar a Tribunales? Harari no lo cree así. «Es que ya se vio que no pueden reaccionar, están echando gente de todos lados: o son cómplices de los despidos, como en Santa Cruz, o directamente no mueven porque no pueden. Con plata y coacción -porque se sabe que obligaban a los empleados públicos a ir a sus actos-, juntaron 25 mil para llenar el estadio de Argentino Juniors cuando Máximo Kirchner habló por primera vez. ¿Qué pueden juntar sin plata y sin coacción?»

El periodista Gabriel Levinas no cree que toda la adhesión conquistada por La Cámpora sea aparatista. «No creo que vayan a desaparecer, hay gente que adhirió genuinamente otros lo hicieron por la plata, pero muchos no. Hemos subestimado la cantidad de jóvenes que han creído en este gobierno; es un problema de creencias, no todo está relacionado con el dinero es cierto que hay gente que se benefició de manera directa pero hay gente que debe creer en esto, que siente que el gobierno kirchnerista ha funcionado».

Levinas considera que eso sucede, entre otras cosas, porque «es muy difícil para la gente entender la diferencia entre lo que se hizo y lo que se pudo haber hecho: si se compara con la gestión de De la , obviamente la situación mejoró para muchos. Pero si se tiene una concepción económica un poco más clara y se ve todo el dinero que hubo y que no se usó para lo que se tenía que haber usado… ahí creo que empieza a cambiar la mano».

 

«¿HASTA QUÉ PORCENTAJE DEL PBI VAN A SEGUIR DICIENDO ‘ROBARON, PERO….»

 

Los que adhirieron genuinamente, sigue diciendo, se van a ir decepcionando «al ritmo de las revelaciones de corrupción». «Me imagino que en la medida en que los servicios enojados con Cristina tiren información al estilo de lo que se vio con los videos de ‘La Rosadita’, del robo de esa enorme cantidad de dinero por gente de Lázaro Báez, eso va a ir desalentando a mucha gente», pronostica.

Pero, advierte, «un grupo cercano al poder, que tenía una doble adhesión –por poder pero también ideológica- va a seguir estando». «Hay gente que todavía sigue creyendo, eso que se vio el otro día con (Julia) Mengolini –agrega, en referencia a la polémica en Intratables por los videos de La Rosadita-, diciendo ‘AUH, jubilaciones, derechos humanos… que esto no borre lo otro’. La pregunta que yo les haría a los chicos de La Cámpora es qué porcentaje del PBI de la Argentina tendría que haberse robado este Gobierno para que no sigan tirando, para contrarrestar, ese argumento de que ‘robaron, pero….’ Si es que hay algún porcentaje, porque no importa cuánto hayan robado si igual seguimos con eso de que ‘fue maravilloso lo que pasó’. Algunos, por amor, seguramente van a seguir, porque cuando uno está enamorado de alguien no le ve los granos, no le ve nada».

De todos modos, coincide en que La Cámpora, «aunque ha intentado algo en las villas», no tiene «una raigambre real», es «una adhesión más intelectual, de gente que no entiende mucho de categorías políticas, que confunde las cosas».

¿Es distinto el caso, por ejemplo, del Movimiento Evita o de otros grupos piqueteros? Sí, responde. «Creo que el militante de un movimiento social lo hace para conseguir todo lo que necesita, en materia de planes sociales. Hay una relación directa entre la militancia y las cosas que aporta la pertenencia a un movimiento piquetero. Eso no sólo va a seguir sino que en algunos casos puede hasta crecer si la situación económica empeora».

Para Víctor Ramos, referente del movimiento cultural Patria Grande y fundador del Inadi, no hay dudas. Es una agrupación aparatista condenada a desaparecer. «La Cámpora se armó con una masa infernal de contratos –explica-. La mística, los patios de La Rosada, eran una mise en scène, una farsa, no era una movida auténticamente popular. En Capital Federal, nuestra agrupación le ganó en Villa 21, tampoco ganaron en la Villa 31. En el ámbito universitario porteño no ganaron nunca un centro de estudiantes. Los Montoneros tenían por ejemplo la JTP (Juventud Trabajadora Peronista); La Cámpora no ha generado nada parecido en el movimiento obrero. Sus integrantes son gente que tuvo acceso a cargos administrativos en el Estado. En los municipios, los intendentes peronistas, en un rápido reflejo, armaron su propia estructura de JP y le pusieron ‘La Cámpora’, para evitar que se les metan estos muchachos».

Y agrega, categórico: «Como agrupación política ya desapareció, dejó de tener la relevancia y la influencia que tenía. Nació en el despacho presidencial. Y murió en el despacho presidencial. No es una agrupación de abajo para arriba, como todo movimiento que surge por una necesidad social, como una agrupación de estudiantes o de trabajadores. Nació de la voluntad del matrimonio de Néstor y Cristina y por eso pusieron al hijo al frente».

En opinión de Carlos de Angelis, «La Cámpora surge como resultado de dos coyunturas: la crisis con el campo y el deterioro de la relación con el sindicalismo y las estructuras tradicionales del peronismo».

 

«UN OBJETIVO ERA CREAR LAS BASES PARA REEMPLAZAR AL PERONISMO COMO FUERZA POLÍTICA DOMINANTE MEDIANTE LA MOVILIZACIÓN DE LA NUEVA GENERACIÓN DE JÓVENES»

 

Así lo explica: «A partir de la lectura que realizaron entre 2008 y 2009 Néstor y Cristina Kirchner, surgió que ni el movimiento piquetero, ni el sindicalismo, estaban en condiciones de cumplir tres objetivos en simultáneo: ocupar la calle, generar nuevos cuadros de conducción en el Estado y a su vez mantener la lealtad hacia la conducción política; dado que tanto los piqueteros como los sindicalistas tenían intereses particulares. Otro objetivo a largo plazo que se propusieron con el surgimiento de La Cámpora es crear las bases para reemplazar al peronismo como fuerza política dominante mediante la movilización de la nueva generación de jóvenes nacidos en democracia, especialmente de universitarios. De aquí surge la estrategia de ‘generación’ de jóvenes militantes, por la que su incorporación tenía su correlato casi inmediato en su ubicación en lugares de conducción del Estado».

Para Víctor Ramos, ese papel que desempeñó el grupo fue muy negativo: «Lo siniestro de la Cámpora es el rol que jugó en los dos últimos años de gobierno de Cristina Kirchner, en el que ejercía el rol de policía política; por ejemplo, ponían los secretarios de Estado y desde ahí le imponían a los ministros las líneas que bajaba la Presidente. Era un modelo estalinista y con una alianza muy fuerte con el partido comunista residual que representan Carlos Heller, Nuevo Encuentro y otros».

«Fue muy fea la experiencia de la Cámpora para la política argentina y para el peronismo en particular. La ausencia de una política los terminó corrompiendo, no hubo una mística por más que ellos reivindiquen a la tendencia revolucionaria de los 70. Y Cristina termina como De la Rúa: rodeada de sus hijos», concluye.

En cuanto a las chances de sobrevivencia en el llano, Carlos de Angelis no tiene una opinión concluyente, aunque también él coincide en que el período final del Gobierno afectó la imagen del grupo.

«La Cámpora como agrupación política sufrió tanto el desgaste de los últimos años de Cristina, así como la estigmatización de una parte importante de la prensa –dice-. También establecieron relaciones tensas con otras agrupaciones kirchneristas y con estamentos del Estado en general, dada su lógica de acumulación de poder. Es difícil evaluar las posibilidades de supervivencia, dado que ésta está intrínsecamente vinculada al futuro del kirchnerismo, y también a cómo sobrellevar la expulsión de los miembros de La Cámpora de la estructura del Estado que está realizando Macri. No tuvo La Cámpora el tiempo suficiente o la estrategia adecuada para ocupar estructuras políticas electivas como gobernaciones o intendencias, con contadas excepciones. Sí se logró un bloque importante en diputados que mantendrá su coherencia o se dispersará en otras estructuras políticas dependiendo de si el kirchnerismo logra recuperar su presencia política».

 

«LA ANALOGÍA ES CON LA COORDINADORA DE ALFONSÍN, QUE SE ROMPE CUANDO ABANDONA LA ADMINISTRACIÓN PORQUE PIERDE SU RAZÓN DE SER»

 

El grupo que dirige Fabián Harari viene estudiando a la agrupación desde hace dos años. Entre otras cosas, haciendo la radiografía de su expansión en el Estado. «En Ansés –cuenta-, manejaban 18 planes sociales, que llegaban a 14 millones de personas, algo equivalente al 45% del presupuesto del organismo. Tenían el ministerio de Economía, las unidades de atención integral en cada provincia, Aerolíneas Argentinas; también han incursionado en la Side, el Renar, etcétera. El poder de la Cámpora se basaba esencialmente en el manejo del presupuesto estatal y del nombramiento de funcionarios. No vemos que se haya extendido hacia abajo. Apenas se perdió la caja, uno de sus principales dirigentes (Diego Bossio) defeccionó. No vemos la Cámpora en ningún lado. Organizaron una marcha por Milagro Sala, y junto con otras organizaciones kirchneristas, y la izquierda no lograron llenar ni la mitad de la Plaza de Mayo».

Esto es así porque la función de la agrupación no era «canalizar o profundizar un movimiento de masas», sino «asegurarse el control de los resortes del Estado para un grupo político que respondía a Cristina», agrega Harari. «Era la forma que tenia ella de asegurarse todos los recursos del Estado en un régimen de excepción, en el cual se concentra todo demasiado en decisiones personales. Por eso necesita de ese grupo, ante el fracaso de la cúpula renovada del PJ -la reconversión del duhaldismo- que manejaba Néstor Kirchner. Eso se quiebra con la crisis del campo allí empieza a tratar de armar otra cúpula, otro círculo de confianza. La analogía que puede establecerse es con la coordinadora de Alfonsín, que se rompe cuando abandona la administración porque pierde su razón de ser».

Link al artículo original

Los comentarios están cerrados