«La estrategia del Gobierno es generar un ejército de analfabetos funcionales con título secundario», entrevista a Romina De Luca en Infobae, 14/04/2014

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Por: Claudia Peiró

En vez de docentes, «tutores»; en vez de escuelas, «sedes»; en vez de programas, «proyectos». Es la oferta del plan FinEs2 para los jóvenes que no completaron sus estudios. «Política punteril, no educativa», dice la historiadora Romina de Luca

Es el facilismo educativo como sistema. A través de los planes FinEs2 (Finalización de Estudios Secundarios) y PROG.R.E.S.AR (Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina), se ha creado un circuito paralelo al formal que degrada los contenidos y la función docente. Es la conclusión del Grupo de Investigación sobre Educación Argentina que coordina De Luca.

A pesar de que el sistema educativo argentino dispone desde hace décadas de escuelas secundarias nocturnas para adultos –las CENS, un bachillerato que se realiza en tres años- el Gobierno, con el argumento de facilitar la terminalidad y promover la inclusión acercando la escuela a la gente, creó un circuito paralelo que en realidad es una nueva red clientelar, tejida a través del otorgamiento «fácil» de títulos y becas.

Romina de Luca es doctora en Historia y docente en la UBA. En el Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS) dirige el equipo que investiga sobre Educación y que ha producido varios trabajos denunciando lo que representan los planes FinEs2 y PROG.R.E.S.AR en términos de degradación educativa.

«El Fines2 lanzado en 2010 propone que los jóvenes de más de 18 pueden realizar sus estudios secundarios completos en una modalidad de cursada de seis cuatrimestres, con asistencia de 2 veces por semana menos de 4 horas –explicó De Luca a Infobae-. Es un secundario exprés. Habilita a que cualquier sede pueda funcionar como un espacio educativo: comedores barriales, unidades básicas o casas compañeras de La Cámpora. Un espacio, no acondicionado para funcionar como escuela, se convierte en aula».

Se degrada también la función docente, dice De Luca, porque «para ser tutor, o sea, profesor en el plan FinEs2 basta con estar realizando alguna carrera terciaria, universitaria o no, y presentar un proyecto de formación pedagógica».

El testimonio de un tutor-docente de FinEs, entrevistado por el CEICS, revela cómo funciona el sistema en la práctica: «En historia tenemos 15 encuentros. Tenés 30 horas reloj para enseñar una materia anual. No dan los tiempos (…). Me ha pasado tener que enseñar casi todo 1º en 2º porque el profesor sólo les había enseñado peronismo. Hay estudiantes que vienen a la 1ª clase, dicen ‘listo, con esto me manejo’, y luego vuelven en la clase 14, 15, pidiendo ser aprobados. Algunos profes los aprueban igual».

Por otra parte, denuncia el CEICS, el proyecto pedagógico que presenta cada tutor «no cuenta con instancia alguna de evaluación oficial», lo que «hace que el contenido de los cursos dependa de cada sede y tutor, resultando no equivalentes a lo largo y ancho del país», a pesar de que poseen validez nacional.

En cuanto a la evaluación, el mismo docente dice: «Desde el momento en que cada uno aprueba lo que quiere, evalúa o no, enseña o no, (…) el FinEs es distinto en cada sede y en cada clase. (Y la) evaluación sobre el aprendizaje del estudiante depende de la ética del docente (…). En algunos casos son dos preguntas a libro abierto, en otros no hay evaluación. No hay una resolución, circular o normativa que establezca cómo evaluar. Podés dibujar la nota, la asistencia, porque no hay ningún tipo de seguimiento.»

El spot con el cual el Gobierno promociona el FinEs es autoincriminante: «Sí, ahora, gracias a este Gobierno (sic), todos pueden concluir sus estudios secundarios». Al explicar la modalidad de cursada, la voz en off dice: «Dos veces solamente por semana», con énfasis en «solamente».

«El título es oficial», se agrega. Y luego, la advertencia desembozada: «Este gobierno nacional y popular te lo asegura hasta 2015».

¿Y cómo lo hace? A través de una red de «punteros educativos» que son los «referentes» de sedes, con la facultad de nombrar a los tutores. Como lo explica Carolina Martino, también integrante del CEICS en el artículo La verdad detrás de la imaginación pedagógica, «además de acomodar cargos, los ‘referentes’ emplean distintos elementos de presión para que los docentes no reprueben a más alumnos de lo que las estadísticas oficiales necesitan».

El resultado de esta flexibilización, ha sido una inflación de «graduaciones».

«En 2003  -dice Mariano Narodowski, especialista en política educativa y profesor en la Universidad Di Tella- comienza una caída en picada del número de estudiantes que efectivamente terminan el secundario. Entre 2003 y 2011 la caída fue de 12%, lo que habla de problemas de exclusión de adolescentes, sobre todo de los más pobres, y de calidad educativa. Pero en 2012 (último dato oficial) las cifras pegan un salto llamativo y se recuperan en un solo año, subiendo 15% el número de graduados de escuelas medias».

La explicación, aclara Narodowski, «no es un mejoramiento sorpresivo de la escuela ni la inclusión de adolescentes pobres ni un nuevo logro de la política educativa: se trata del Plan FinEs que, con sus graduados, encubre el brutal déficit de la escuela secundaria». Y cita el «revelador» caso del conurbano bonaerense, donde, entre 2003 y 2011, sus graduados secundarios se habían desplomado un 22%, pero sólo en 2012 crecieron el 17%: «Las cifras de abandono y no graduación ahora se confunden con las de los graduados por FinEs», afirma.

«Educar en una sede es mucho más rentable que sostener una escuela –escribe Martino-. También lo es sostener una educación con tutores en lugar de contratar docentes. (…) Este sistema constituye un ataque directo al conjunto de la docencia. El FinEs 2, se orienta a destruir los CENS». Y pone un ejemplo claro: la provincia  de Buenos Aires tiene un total de 125 CENS en los que cursan 63 mil estudiantes, pero ya existen aproximadamente 150 sedes FinEs 2 en un solo distrito, el de Almirante Brown, por poner un ejemplo (ver mapa).

El propio portal del Ministerio de Educación informa que desde 2008 se han abierto 5.068 «escuelas» sedes y se han capacitado 128.365 «profesores» tutores del Plan FinEs.

«Llamativamente, dice Narodowski, es en las provincias más pobres donde más aumentan las titulaciones entre 2011 y 2012: Salta sube un 26%, Misiones, 30%, Jujuy, 32%. El caso de Santiago del Estero es emblemático: entre 2003 y 2011 se pierden 3000 graduados (-63%) que se recuperan con creces en un solo año: en 2012 el aumento es ¡nada menos que de un 263%!»

Su conclusión es que «este programa no contribuye a detener la exclusión de adolescentes pobres de la secundaria ni a mejorar la calidad educativa; al contrario, hasta podría ser un incentivo a abandonarlo al presumir la existencia posterior de un título de trámite rápido».

Es lo que confirman los sindicatos del área. Mirta Petrocini, presidente de la Federación de Educadores bonaerenses (FEB), dijo a Infobae que ellos ya tienen datos de cierre de cursos. «El sistema educativo ya tiene estructura para atender la problemática de la educación de adultos. Reforcemos, adecuemos esta estructura, pero estos planes constituyen un programa paralelo. Se están desmantelando los CENS, ya tenemos noticia de que se están cerrando cursos».

Sucede que, señala Petrocini, «la currícula y la modalidad de estos planes desalientan al pibe que va a la escuela porque se dice ‘espero uno o dos años más y paso al FinEs’ y así la secundaria se va desmantelando».

Esta dirigente denuncia también la «precarización laboral» que representan estos planes, «porque el docente tiene 4 meses de contrato, carece de estabilidad, recibe el salario básico sin ningún aditamento; además de que no entra por orden de mérito, sólo a partir de una presentación de un proyecto ante quienes los evalúan; mientras que los docentes nos capacitamos y tenemos antigüedad».

«Nadie puede estar en desacuerdo con el objetivo de la terminalidad del secundario para adultos jóvenes o adultos que no han podido completar su educación en los tiempos normales. Pero todo lo que hace a este tema debería pasar por la Dirección de Adultos del Ministerio», concluye Petrocini.

Como sucede en muchas otras áreas, una bandera válida -la educación de adultos- es bastardeada por un espíritu clientelar en la concepción, el diseño y la aplicación de las políticas para alcanzarla. La inclusión que de esta forma se ofrece a los jóvenes es un fraude, como lo demuestran las consultas que ya empiezan a verse en las páginas web donde estudiantes preguntan si es cierto que en algunos lugares rechazan los títulos secundarios del FinEs.

Y, como señala Romina De Luca en la entrevista a continuación (ver el video o la transcripción del diálogo más abajo), el fraude se completa con el plan PROGRESAR, que concede una ayuda de 600 pesos mensuales para que completen o inicien estudios jóvenes de entre 18 y 24 años, desocupados o subocupados, con ingresos inferiores a los 3.600 pesos.


Infobae: ¿Por qué sostienen ustedes que el Plan Progresar degrada la educación pública?

Romina de Luca: Porque equipara estudios formales e informales: cualquier trayecto formativo es igualmente válido para acceder al subsidio y eso esconde una profunda degradación del currículum. En vez de incluir a los que se llama «hijos del liberalismo», se genera la ficción de que cualquier trayectoria formativa, cualquier espacio de capacitación, es igualmente válido. Para el caso da lo mismo una escuela FinEs que una CENS.

¿El plan FinEs desconoce el Estatuto Docente?

Sí, porque para ser tutor, o sea, docente del plan FinEs2, basta con estar realizando alguna carrera terciaria, universitaria o no, y presentar un proyecto de formación pedagógica. Se utiliza en el sistema educativo a estos tutores, sin título docente, contratados por fuera del estatuto. El valor de su hora de trabajo es menor a la de cualquier docente, no hay criterios claros de selección, no hay orden de mérito, ni acumulan antigüedad. Sus contratos son por demás precarios.

¿Por qué hace esto el Gobierno?

Su estrategia es generar, con los recursos del Estado, una estructura paralela al Estado, una maquinaria con fines exclusivamente electorales, para hacer política punteril y no política educativa. Ojo, también la oposición se sirve de esto, por eso no hay denuncias. Otras fuerzas políticas también tienen sus escuelas FinEs.

¿Y los bachilleratos nocturnos para adultos en todo el país?

Bueno, el gobierno destruye así una estructura ya existente, porque las escuelas CENS, o sea los bachilleratos para adultos, permitían terminar el secundario en tres años, cursando en contraturno. Como dije, hay una tendencia a generar una estructura paralela al Estado que destruye un aparato al Estado, con el objeto de hacer política punteril, de servirle al Gobierno. A éste o al que venga.

¿Qué pasa con la imagen –ya golpeada- de la escuela pública?

Bueno, mientras se plantea preocupación por la calidad educativa, por mejorarla y por incluir, en realidad se está generando en el sistema educativo, en el formal, pero más aún en el FinEs, mecanismos de titulación. Como si la escuela debiera dotar a los chicos de un título. La función de la escuela es educar, y educar es combatir el facilismo que dice «en seis meses me llevo un título secundario». Educar requiere esfuerzo, trabajo. La escuela debe formar a un individuo integral, dotarlo de una educación básica, científica, que le va a dar herramientas para desempeñarse en la vida.

Ustedes denuncian que el currículum de los FinEs es fragmentario y queda librado a la decisión de cada sede o tutor…

La escuela debe brindar una formación integral homogénea que rompa esta estrategia de regionalización y descentralización extrema del currículum. FinEs es un ejemplo muy claro porque hay tantos trayectos formativos como tutores en las sedes: cada uno presenta su proyecto pedagógico y eso se brinda como educación.

La calidad educativa no parece ser el objetivo, entonces.

En realidad el plan FinEs viene a producir un shock estadístico, a mejorar los números, porque ya tenemos 330.000  graduados de la escuela secundaria a través de un plan FinEs. La estrategia del Gobierno es generar analfabetos funcionales con título secundario. Hay que pensar en la gravedad de esta situación, que será muy difícil de revertir. Vamos a tener muchos graduados secundarios que no van a comprender lo que leen. Basta mirar los resultados de las PISA: uno de cada tres jóvenes no entiende lo que lee, uno de cada tres no puede, a los 15 años, resolver una regla de tres simple que, en los 50 y 60, era una demanda curricular de 3er grado…

El Gobierno replica las críticas con el argumento de la inclusión…

La escuela es inclusiva, pero «incluye» con una estrategia excluyente porque dota de una formación científica sólida a fracciones de la clase obrera que no necesitan esa calificación para desempeñarse en el mundo del trabajo. Allí donde hay porcentajes abismales de población que viven de la asistencia del Estado o que están insertos en el empleo público -otra forma de encubrir población sobrante- ¿para qué la vamos a dotar de una educación de calidad si no es necesaria? Por eso la inclusión funciona como una cáscara estadística, una ficción. El discurso de la defensa de la educación se lleva de patadas con la política que se está implementando.

¿Qué deberían hacer los sindicatos?

Plantear la inmediata eliminación de estas políticas, de los planes FinEs, que tienden a destruir el sistema educativo, a degradar al extremo la formación y las condiciones de trabajo docente.

¿Por qué dicen ustedes que esto equivale a una privatización de la educación?

Si en los 90 se discutía cuánto creció la gestión privada dentro del circuito formal, el plan FinEs es la creación de un circuito privado paralelo al Estado, que se sirve del Estado, para destruirlo. Este circuito privado está en manos de punteros, de organizaciones sociales, que no educan: hacen política punteril. Esta estructura privada paralela va a ahondar más la tendencia hacia la degradación del sistema educativo.

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