La reforma educativa en la ciudad y el proceso general de degradación de la educación

Romina De Luca sobre la pretendida reforma educativa en la Ciudad de Buenos Aires, en Tiempo Argentino, 12/6/2013

En abril, el Ministerio de Educación porteño elevó un documento para reformar el currículum del nivel secundario. El “Pre Diseño Curricular para la Nueva Escuela Orientada” proporcionaría insumos para proyectar “una escuela distinta”. Allí se presenta la nueva estructura para el secundario organizado en dos ciclos, uno básico de dos años y otro orientado, de tres. Distintos sectores rechazaron la propuesta ya sea por la eliminación de materias o por la introducción de mecanismos de evaluación, por mencionar algunos de los argumentos.

Ahora bien, el debate no puede perder de vista que todas las iniciativas macristas se encuadran dentro de las exigencias que fijó la Ley de Educación Nacional (LEN) en el año 2006. La LEN fijó la estructura organizativa y las orientaciones que el macrismo hoy adopta. En las sucesivas reuniones del Consejo Federal de Educación, encabezados por el Ministro de Educación Nacional (antes Tedesco y ahora Sileoni) con acuerdo de todas las jurisdicciones, se fueron delimitando las distintas pautas para su implementación. En ese contexto, Bullrich y Macri reforman el sistema educativo porque están obligados a hacerlo.

Con todo, las sospechas actuales acerca de que el proceso no trae nada bueno son fundadas. Porque a pesar de los discursos oficiales, la Ley de Educación Nacional no es muy diferente de la vieja Ley Federal. La descentralización, la regionalización del currículum y su adecuación a las necesidades productivas del capital son algunas de las continuidades entre la normativa neoliberal y la kirchnerista. Por ende, difícilmente la crisis educativa actual se resuelva gracias a la LEN. Además, ninguna de las iniciativas logra revertir la tendencia de largo plazo que afecta a la educación, tanto en el plano curricular como en el material desde hace más de medio siglo. A saber: su degradación. La educación se degrada porque la sociedad lo hace primero. Y, en realidad, lo que se descompone es una forma social: el capitalismo. En lugar de chivos expiatorios deberíamos debatir cómo superar un sistema social que solo puede relegar a la educación a un lugar marginal.

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